La digitalización en las aulas es uno de los temas más debatidos en los últimos años en relación con el modelo educativo actual que opera en nuestro país. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, y fundamentándose en diferentes estudios sobre el impacto de las tecnologías en los más pequeños, algunas comunidades autónomas han dado un paso atrás en este sentido. Y no sin razón.
Consenso a medias en las restricciones a la digitalización en las aulas
Este mismo verano, la Comunidad de Madrid aprobaba el decreto 64/2025, de 23 de julio, del Consejo de Gobierno para el curso 2025/2026, amparándose en la Ley Orgánica 2/2006, artículo “111 bis. Tecnologías de la Información y la Comunicación”, que tiene como objetivo la regulación de la digitalización en las aulas.
De esta forma, desde los 3 hasta los 11 años, el uso de dispositivos por parte del aluminado, dentro de la comunidad gobernada por Isabel Díaz Ayuso, pasará de cero horas en la etapa inicial a dos horas máximo a la semana y además de manera gradual. En este sentido, cada comunidad autónoma interpreta los citados estudios de una manera diferente, estableciendo un protocolo educativo acorde a sus conclusiones finales. El mismo, por otro lado, que ya se debería de estar aplicando en el curso vigente 2025/26.
¿Qué quiere decir esto? Pues que en cada parte del país, como suele ser habitual casi en cualquier ámbito, cada niño se verá sometido a diferentes planes de estudios en los cuales la digitalización en las aulas tendrá más o menos peso según el criterio del político de turno. De hecho, los dirigentes de algunas de ellas se han pronunciado posteriormente sobre este respecto y, como era de esperar, no hay unanimidad alguna sobre el tema.
Si bien todas y cada una de las 17 comunidades autónomas comparten la opinión de restringir el uso de dispositivos tecnológicos en la primera etapa de estudio del alumnado, a partir de aquí estas se basan en diferentes criterios y opiniones para acotar la decisión tomada en última instancia sobre los ciclos posteriores. Algo es algo.
Internet, las nuevas tecnologías y sus consecuencias en niños y adolescentes a corto plazo
Es curioso como en plena expansión de la conocida Inteligencia Artificial es precisamente ahora cuando, desde las altas instancias políticas de nuestro país, apuestan por esta medida de restricción a la digitalización en las aulas. Sin embargo, no es novedad los efectos adversos que padecen niños y jóvenes, particularmente, cuando estos se ven sometidos a una exposición continuada a internet y las nuevas tecnologías.
En el informe titulado “Uso de Internet y enfermedad mental en niños y adolescentes en España 1997-2021”, llevado a cabo por Cyber Guardians, una iniciativa sin ánimo de lucro, los datos arrojados tras las estadísticas acumuladas a lo largo de 25 años, son cuanto menos alarmantes: “300% crecimiento enfermedades mentales en menores de 20 años y un 500 % de incremento en los costes de hospitalizaciones de adolescentes.”
Según el propio informe, “existe una correlación fuerte tanto en chicos como en chicas entre la disminución de esa actividad física, en según qué edades, muy relacionada con el juego al aire libre, y el aumento de las enfermedades mentales.” Todo ello tiene un nexo común y ese no es otro que la implementación del Internet de Alta Velocidad (IAV). Sobre este hecho en concreto, parte de las conclusiones del informe no dejan lugar a dudas:
“Es en 2012 cuando se registra un aumento significativo de casos de Enfermedad Mental en niños y adolescentes que aún no ha cesado – en especial en chicas. Y es precisamente a lo largo de 2012 cuando se alcanzó en todas las comunidades autónomas al menos una penetración de IAV del 50% de los hogares.”
Como consecuencia de este fenómeno “a mayor penetración de IAV se constató un aumento de los casos de trastornos de salud mental de un +13,3% con especial aumento de la incidencia en los casos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo, abuso de sustancias, autolesiones e intentos de suicidio. Este dato ya sugería que un aumento de uso implicaría un aumento de casos, que es lo que refleja el efecto del impacto de la crisis de Covid-19.”
La importancia de los libros antes, ahora y siempre
Es claro y patente la evolución a la que se ha visto sometida nuestra vida con la llegada de internet y las nuevas tecnologías, pero también lo es el hecho de que estos pueden llegar a ser verdaderamente perjudicial para niños y adolescentes si no hay un control férreo sobre el tiempo de uso y la finalidad del mismo. Es por ello que las recientes aprobadas restricciones a la digitalización en las aulas puede ser un buen comienzo para revertir los preocupantes datos expuestos en multitud de estudios e informes en torno a esta cuestión.
Llegados a este punto se pone de manifiesto la importancia de los libros dentro de las aulas, pero también fuera de ellas. Como algo tan esencial como la lectura, se ha ido diluyendo en el tiempo, siendo apartada casi por completo por la inmensa mayoría de la población. Algo, por otro lado, preocupante y desalentador a partes iguales, teniendo en cuenta los beneficios que esta produce en las personas, pero especialmente en los niños.
Todo ello sin olvidarnos de que en los libros se encuentra la esencia propia de la vida en forma de historias, estudios, teorías, ensayos y un sinfín de formas literarias con las que unos cuentan, divulgan, recitan, exponen, ratifican algo y otros tenemos la suerte de poder ser los receptores de ese conocimiento si en nosotros nace la predisposición necesaria para tal fin.
Por supuesto que desde una tablet o un teléfono móvil podemos leer lo que nos venga en gana; esa es una de las ventajas de esta era digital de la que formamos parte. Pero esta acción jamás tendrá el romanticismo y las connotaciones que posee el simple hecho de tener un libro entre las manos. Ya sea su tacto, el olor, los colores e imágenes o cualquier otro detalle característico, un libro jamás podrá ser comparado con un texto digital.
Quizás las medidas sobre la digitalización en las aulas llegan demasiado tarde. Al menos para una generación que, para su suerte o desgracia, la mayoría de sus miembros han prácticamente nacido con un dispositivo entre las manos. Solo nos queda el consuelo de que esta iniciativa sirva de punto de inflexión en un mundo dominado por ese Matrix virtual en el que las personas cada vez tenemos menos relevancia en favor de la “idolatrada” Inteligencia Artificial y un repertorio de tecnologías deshumanizadas con las que estamos casi obligados a convivir.