¿Saben que es un negocio piramidal, también llamado esquema Ponzi? Para conocerlo solamente tienen que echar un ojo al funcionamiento de nuestro sistema nacional de pensiones y hallarán la respuesta. Sin embargo, nuestros políticos siguen empeñados en intentar encubrir las fallas de un entramado estatal que por momentos se desmorona como un castillo de naipes.
Más allá de los aspectos meramente monetarios, hay algo aún más preocupante en todo este asunto chirriante y casi bochornoso a partes iguales. La mayor parte de las personas que cotizan a la seguridad social vía IRPF, sigue atesorando la ilusa creencia de que esas cuantías que le confiscan mes a mes son para conformar un fondo futuro del que saldrá su pensión de jubilación… Nada más lejos de la realidad.
Como bien han explicado por activa y por pasiva catedráticos en economía (que si de algo entienden bastante es de números y finanzas), esas retenciones y pagos que hoy efectuamos obligadamente usted y yo, no son precisamente para garantizarnos el cobro de una pensión en un idílico futuro como jubilado. Con ese dinero que nos usurpa sin nuestro consentimiento esa máquina confiscatoria llamada Estado, se financian las pensiones actuales.
La mal llamada caja de las pensiones (ese invento del PP, expertos por cierto en otro tipo de cajas), no existió, ni existe ni posiblemente lo haga. Simplemente, se destinó año a año una parte del superávit que por aquel entonces arrojaban las cuentas nacionales a la partida presupuestaria destinada al pago de las pensiones. Aquellos famosos 60.000 millones de euros, de los que tanto hablaron primeramente Aznar y posteriormente el bueno de Mariano, pasaron a la historia en un periquete.
Exactamente, el tiempo que transcurrió desde que el PSOE tomó la batuta de mando, con ZP a la cabeza, y empezó a hacer lo mejor que sabe; gastarse lo que tienen y lo que no, nada nuevo en aquellos que se autodeterminan socialdemócratas. Ya saben, su solidaridad termina cuando se acaba el dinero de los demás. Desde entonces, la partida presupuestaria destinada al pago de las pensiones ha ido creciendo de manera exponencial cada año. Entre otras cosas, porque la llamada generación del baby boom ha comenzado a jubilarse progresivamente.
A eso hay que sumarle el envejecimiento general de la población, la nula o poca incorporación al mercado laboral de las nuevas generaciones y un nivel de natalidad literalmente por los suelos. Normal que Pedro y sus amigos prediquen que siguen haciendo falta centenares de miles de inmigrantes para sustentar el chiringuito. La realidad es que mucha de esa gente que entra de manera ilegal en nuestro país y en la mayoría de los que conforman la U.E., no se dedican lo que se dice a trabajar, sino más bien a ser beneficiarios de ayudas de todo tipo para poder sobrevivir de aquella manera.
Como vemos, son varios los factores que conforman la parte baja de esta pirámide, aunque ninguno de ellos se presenta como una solución efectiva para el problema que supone ya actualmente el pago de las pensiones, y por supuesto lo que está por venir en este ámbito. Entonces, llegados a este punto, uno se pregunta, ¿qué pasará con todas esas personas que hoy en día pagan sus impuestos de manera religiosa para poder sufragar, entre otras cosas, el pago de las pensiones actuales?…
¿Tendrán derecho a percibir la cuantía estipulada en función a las deducciones abonadas a lo largo de toda su vida laboral? Aún más preocupante, ¿llegarán a cobrar una pensión? Quizás la solución a este problema la diera Podemos, (aunque no se lo crea), allá por el año 2015, aproximadamente, cuando abogaban por una renta básica para todo el mundo. Si bien el planteamiento no era del todo equivocado, no ocurría lo mismo con el modo de aplicarla y las herramientas económicas, sociales y estructurales para poder abordarla con un mínimo de garantía de éxito.
Básicamente, porque Pablo Iglesias y compañía no eran más que una panda de demagogos en búsqueda desesperada de votantes incautos y hastiados hasta decir basta de lo que habían sufrido en los últimos años, incluida la fatídica crisis inmobiliaria de 2008. Sin embargo, economistas de prestigio, cómo el conocido Santiago Niño-Becerra, expusieron esa misma teoría desde un punto económico y social coherente, haciéndose cargo intelectualmente de las deficiencias estatales en esto último.
En resumidas cuentas, según contaba este en un famoso programa de politiqueo del momento, la renta básica llegaría más pronto que tarde a cambio de eliminar cualquier tipo de subsidio o partida presupuestaria destinada al pago de cuantías por infinidad de cuestiones relacionadas con temas laborales, sociales o médicos. Es decir, dejaría de existir el cobro del paro, las bajas, ayudas a desfavorecidos, pensiones de todo tipo, etc.
A cambio se establecería una cuantía unitaria, (todo el mundo cobraría lo mismo, independientemente de su situación) que se pagaría a todo aquel que estuviera jubilado, de baja, desempleado etc., eso sí, bajo unas condiciones legales establecidas previamente para evitar esa pillería tan arraigada en nuestra cultura nacional. Por ejemplo, si usted estaba en paro, cobraría esa prestación, pero a cambio, mientras no cambiara su situación laboral, prestaría determinados servicios a la administración de manera obligada en función de sus conocimientos o formación académica.
Por otro lado, el estado iría eliminando gradualmente el funcionariado, ya que el trabajo de estos lo realizarían todos aquellos que por un motivo u otro no estuvieran empleados en empresas privadas y por ende cobrando la citada renta básica. Además, y como colofón a todo este asunto, estaría la llegada de la Inteligencia Artificial a nuestras vidas, esa que hará perder su puesto de trabajo a millones de personas en todo el mundo. A cambio, las empresas pagarían fuertes cuantías para poder compensar este desequilibrio estructural en materia laboral y así ayudar a financiar la citada renta básica.
Conclusión; llegado el momento, todo el mundo percibiría una cuantía similar y cada uno de nosotros deberíamos de habernos preocupado con anterioridad de planificar nuestro futuro financiero, a base de ahorro y buenas decisiones en este aspecto. Esto, que a priori pudiera parecer una utopía, está más cerca de convertirse en una realidad de lo que muchos piensan, básicamente porque el modelo económico actual está literalmente quebrado.
Lo curioso será ver cuando dentro de unos años todos aquellos convencidos de que sus impuestos iban a un fondo para pagar su pensión futura, se encuentren en que da igual que hayan pagado una cuantía mucho mayor que la de otros y que finalmente se les otorgue una pensión igual a la del resto. Y ojo, rezando que ya de jubilados no les obliguen a ejercer de conserje de colegio o bibliotecario de pueblo, por poner un ejemplo, por no cumplir este o aquel requisito, que se saquen de la manga nuestros políticos de turno, para el cobro total de la pensión. Vaya usted a saber.
A estas alturas de la película ya deberíamos de saber que todo es posible en este Matrix surrealista que nos está tocando vivir. Debemos tener en cuenta que nosotros no somos el hermano de Pedro Sánchez, al que se le otorga un cargo a dedo y a medida. Tampoco la mujer de Abascal, cobrando servicios a una editorial que financia el partido de su marido con ¿dinero público?…
Ya saben, un chiringuito de toda la vida, de esos que tanto gustan a nuestros partidos políticos. Los de izquierda, centro y derecha e incluso los de más allá. Quién sabe, quizás ellos también se han percatado que igual no llegan a cobrar la pensión que les corresponde, a pesar de que hayan pagado sus retenciones religiosamente y por eso hayan decidido crearse un “fondo de pensiones a medida”, aunque sea a costa del resto, o sea, usted y yo… En España todo es posible.