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Cristina Pedroche y los problemas del primer mundo

Quien se lo iba a decir a Cristina Pedroche hace apenas unos años cuando sus obligaciones laborales pasaban por estar buena parte del día luciendo palmito de plató en plató y la otra subiendo videos a las principales redes sociales con su recién estrenado novio, Dabiz Muñoz, mostrándoles al mundo lo fashion que eran y lo mucho que se amaban. Qué tiempos aquellos donde solo eran ellos, su infinita felicidad (o esa aparentaban) y un mundo rendido a sus pies.

El caso es que ambos comieron perdices, supuestamente fueron felices y trajeron al mundo dos retoños. Y entonces, y según parece, se jodió el asunto. Porque ya saben, vivimos en una sociedad en la que es casi imposible poder criar a un par de criaturas, si uno no va hasta el culo de Diazepan a todas horas para controlar la ansiedad, y además delega su estado de ánimo a la ingesta continuada de antidepresivos. Es la consecuencia de llevar años criando y formando mentes débiles, sin rigor y muy alejadas de la realidad, fruto de tenerlo todo o casi todo y haberse sacrificado más bien poco para llegar hasta donde lo han hecho.

La amarga realidad de Cristina Pedroche… O eso cuenta ella

Un buen ejemplo de esta desoladora normalidad es precisamente Cristina Pedroche, quien recientemente se grababa de manera espontánea contándole a su audiencia lo mal que lleva eso de tener que criar a sus hijos y asistir a clases de pádel al mismo tiempo. Además, lo expresaba con un sentido tono de desasosiego interior que, por momentos, pareciera que fuera a terminar en forma de llantera sin consuelo alguno. En lo personal debo de reconocer que me mantuvo en vilo a lo largo de los apenas 60 segundos que duraba la secuencia.

Claro, viéndola, uno se pregunta si para ella es estresante el día a día, ¿cómo tiene que serlo para el resto de madres que no disfrutan de su alto nivel de vida? La respuesta a esto creo que no es necesario exponerla de manera detallada en forma y modo. Todos sabemos las vicisitudes a las que nos enfrentamos de manera constante. Más aún, si de ti depende el bienestar de una o varias criaturas. Las mismas, por otro lado, que tú misma decidiste traer al mundo.

Lo descabellado en este caso es ver a una de estas cerebritis del siglo XXI quejándose amargamente de lo “saturada y sobrepasada que esta”, mientras te reconoce que tiene chofer para que la lleve a sus clases de pádel, su padre, y niñera que se queda con su hija cuando lo precisa, su madre. Termina transmitiéndonos su desesperación, haciéndonos partícipes de que le es imposible grabarse en casa si en ese mismo momento sus dos hijos andan por las inmediaciones.

Estos son los argumentos de Cristina para mostrarnos de manera clara y concisa lo incompetente que se puede llegar a ser, pero sobre todo, lo alejado que puede llegar a estar uno de la realidad, cuando pasas tus días dentro de una burbuja de luz y color. Ni que decir que este discurso victimista se podría incluso hasta a aceptar si proviniera de una pipiola de 20 o 25 años, con una marcada falta de madurez emocional. Y tampoco. Pero a una tía que ronda ya las cuarenta primaveras y cuenta con unos posibles al alcance exclusivamente de una parte minoritaria de la sociedad, como que no.

Como consecuencia de su instantáneo, sincero y bochornoso alegato, en las horas siguientes y días posteriores le caía una tromba de airadas críticas por parte de sus temidos haters. Porque claro, todo el mundo está en su derecho de quejarse, pero también corre el riesgo de que te pongan de punta en blanca por ello, que es precisamente lo que le ha pasado a ella. Y no es para menos cuando terminas aireando algo así sin el más mínimo atisbo de pudor.

Es normal que más de uno y de dos hayan terminado algo indignados explicándole a esta buena mujer lo poco maduro, pero sobre todo insultante que puede llegar a ser una queja de ese tipo viniendo de quien viene. Es aquí donde volvemos a la pérdida total de perspectiva y no poseer un mínimo de sentido común que te ponga en alerta para no terminar haciendo el paria de manera voluntaria.

Algo entendible, por otro lado, cuando lo tienes todo y no eres capaz de ponerlo en valor. Al menos en términos materiales, que al final es lo que te suele facilitar la vida. Porque lo que es evidente es que Cristina Pedroche, al igual que tantas mujeres en una situación económica y social similar a la suya, exhibe una falta de prisma y objetividad manifiesta.

Básicamente, porque, a diferencia de la mayor parte de los mortales, no se ven abocadas a enfrentarse a las duras realidades de la vida que acontecen un día sí y otro también, como no llegar a final de mes, la imposibilidad de comprar una casa o encontrar un alquiler a un precio racional o simplemente verte completamente solo ante los problemas cotidianos, sin la suerte de tener chofer, niñera y un marido que te cocine el mejor menú del mundo.

La actitud de Cristina Pedroche es consecuencia de cuestiones tan singulares como el exceso de positivismo, las falsas expectativas creadas en el subconsciente y en definitiva por no estar preparados para ponerte de frente a la realidad, la de verdad. No esa que imaginas, pero que en ningún momento sufres. Quizás Cristina debería pensar seriamente en ponerse en manos de un profesional que la guie, o más sencillo aún, darse una vuelta por cualquiera de los barrios obreros de su ciudad y comprobar en primera persona cuáles son las preocupaciones latentes de sus habitantes.

Es probable que para entonces ya no le agobien las clases de pádel, conducir con sus hijos en el coche o grabarse con ellos requiriendo su atención. También es posible que observe el mundo con una mirada más objetiva y serena, entendiendo de facto que es y que no prioritario y dándole además importancia a las cosas que verdaderamente la tienen y no a las que a ella se le pasan por la cabeza una mañana de bajón y a continuación decide compartirlas con su séquito.

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1 comentario en “Cristina Pedroche y los problemas del primer mundo”

  1. Mira que como han machacado tanto a la Pedroche yo la defendia ,pero lo de ahora no tiene nombre ,de verdad creo que se le ha ido la pinza y es vergonzosa sus declaraciones,tiene que hacerselo mirar.

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