Cajón de sastre

Cuando la amistad no entiende de sumas ni restas

Todos sabemos que cuando deseamos encontrar una expresión que se adapte bien a un hecho en cuestión, no hay nada como tirar de nuestro refranero español. En él podemos recurrir a infinidad de frases hechas y expresiones que llevan toda una vida dando sentido a nuestra cotidianidad. Entre estas sentencias tan ilustrativas, las cuales llevo comprobando su veracidad a lo largo de mis cuarenta y tantos y además de momento no he podido (aunque si intentado) ponerlas en duda, está la de; “Los amigos de verdad se cuentan con los dedos de una mano” a lo que podríamos incluso añadir, en ocasiones, “y a veces te sobran la mitad”.

Basándome en esta regla básica de suma y resta y echando un ojo en torno a lo que me rodea, estoy más cerca en lo personal de la parte añadida, que de la versión oficial del propio refrán. Por suerte, los que son de verdad, no a medias o según interesa, llegaron a mi vida en forma de premio, aunque en ocasiones haya necesitado muchos años para ser consciente de ello. Y entre ellos, tengo a uno muy especial, no solamente por su propia idiosincrasia, sino también por las circunstancias vividas de manera común y por separado. Las mismas que quizás dieran lugar a esa compleja alineación espacio-tiempo para que nuestras vidas terminaran circundando un camino paralelo.