«Panocha», hasta siempre
Siempre se van los mejores. No me pregunten por qué, pero es la sensación que atesoro en los últimos años cuando, por razones varias, he visto desaparecer a personas a las que realmente apreciaba por su calidad humana. Supongo que ese mismo sentimiento lo siente la mayor parte de la gente, cuando el que yace en el ataúd era uno de «los nuestros» o muy apegado a nosotros.
Este hecho se ha vuelto a repetir en mi entorno personal y mientras tecleo esta pequeña reflexión no se me va de la cabeza la conversación que tuve con Santiago, el «Panocha» para los amigos, justo un par de horas antes de prácticamente decirnos adiós para siempre. Se me eriza la piel al pensar que en ningún momento fui consciente de que esa sería la última vez que escucharía su voz, mientras me comentaba algunas de las cosas que tenía pendientes de cumplir, en beneficio de su salud, en las siguientes semanas.
