La calle de la eternidad
Echar la vista atrás, en ocasiones, se convierte en un ritual nostálgico donde traemos hasta nuestra memoria aquellos momentos que, de manera selectiva, marcaron nuestro devenir para siempre. En la mayoría de veces intentamos dilucidar aquellos en los que la vida nos fue piadosa y mantuvo apartado de nosotros el látigo de la realidad. Por otro lado, ese mismo con el que nos suele azotar de manera asidua, sin explicación alguna. Indudablemente, en otras, llegan hasta el imaginario secuencias que desearíamos olvidar para siempre en el tiempo que tardásemos en dar un chasquido de dedos.
De igual forma, en el transcurrir de nuestra existencia hay, lugares, personas, sensaciones, que quedan grabadas a fuego en nuestra retina y que, para bien o para mal, nos acompañarán para siempre, teniendo su parte de importancia en un alto volumen de las decisiones que iremos tomando en lo sucesivo. Quizás el sitio donde pasaste tu niñez, adolescencia e incluso madurez, es uno de esos aspectos clave que te marcan para los restos.
