Cajón de sastre

Emotiva despedida al final de la calle

Caminar es una de las cosas más sanas que existen en este planeta (redondo o plano, según a quien se le pregunte) que nos ha tocado vivir, al menos eso es lo que dice la medicina actualmente. Intento a diario aplicar esta actividad en mi rutina y lo hago realmente a gusto. Además, te ayuda a desconectar, a pensar en tus cosas y en ocasiones a poder observar cómo funciona el mundo que te rodea. En especial la gente que en ese momento también ha optado por realizar esta actividad física o simplemente pulula por la calle realizando cualquier tarea cotidiana.

Hace unos días, en uno de estos paseos matutinos, me percaté de algo que por un momento llegó a enternecerme, dada la imagen que aquel hecho representó en lo visual. Pero sobre todo en lo que supondría para aquellas personas que en conjunto, y sin ellos saberlo, daban habida cuenta de nuestra necesidad de tener cerca a los nuestros, incluso cuando nuestra vida va viento en popa a toda vela y nos creemos literalmente intocables.