El fútbol de los niños
Este mismo padre que llegado el día del partido se acordaba de la madre del árbitro y de la madre de la madre del árbitro, es decir, su abuela, en varias ocasiones a lo largo de la duración del mismo. Y se podía entender que aquel tío estuviera a todas las horas con esa rutina, básicamente porque él, en su momento, soñó con ser futbolista. Pero algo, alguien o no se sabe por qué, quizás falta de talento, llámenme loco, le puso la zancadilla en plena galopada hacia el estrellato y se le acabó la carrera, o el trote cochinero, según los ojos que lo miraran por aquel entonces.
