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Los dobles de Bond, James Bond

Tengo que reconocer que hace unos años la saga James Bond ni fu ni fa. No era precisamente lo que se llama un seguidor empedernido del fulano. Como digo, cuando sabía que iban a poner alguna de las secuelas en televisión, no hacía el ademán de ponerme a verla. Y no es que tuviera nada en contra de la misma, simplemente que por aquellos tiempos era más de otro tipo de cine, quizás peor, pero distinto.

Sin embargo, con el pasar de los años, he ido valorando más al personaje, con sus enormes efectos especiales o los esfuerzos titánicos que hace el amigo Bond por mantenernos a todos a salvo de la panda de hijos de gran puta que nos rodea, y al contenido en sí de la cinta que se encarga de adornar la acción.

Bueno, de cualquiera de todas las que se han grabado hasta el día de hoy, que si no me equivoco ya van por la número veinticinco, y por las cuales han pasado hasta ocho actores diferentes desde que en 1954 Barry Nelson estrenara la saga con el primer remake de «Casino Royale».

Pero Bond, como todo en esta vida, y por supuesto las películas que protagoniza, han ido cambiando con el tiempo, colocándolo como un agente secreto elitista que cuenta hasta con los servicios de la reina. Bueno mejor dicho contaba, porque ya no está entre nosotros, la reina, para desarrollar sus técnicas de trabajo o para lo que supuestamente ha sido entrenado: «Defender el mundo de los malos», o eso dicen. Pero esto no es el kit de la cuestión, ya que todo esto lo damos por hecho si echamos un ojo en torno a lo que tenemos a nuestro alrededor de manera genérica.

James Bond ya no es lo que era

Hoy el cabreo, bueno, más que cabreo, lo definiría como una mezcla de asombro, diversión y enojo al mismo tiempo, lo tengo tras haber leído una noticia en un medio francés, haciendo referencia a la grabación de la última secuela (la 25) del famoso agente secreto 007, «Sin Tiempo para Morir». Resulta que por lo visto algunas partes del rodaje se llevaron a cabo en Italia, más concretamente en la ciudad de Matera, perteneciente a la región de Basilicata, en el sur del país.

Hasta aquí todo bien; acción, motos a toda pastilla por esas preciosas calles adoquinadas, mujeres exuberantes, sol, pasta en las mejores trattorias, en fin, lo que debe de ser una película de James Bond bien hecha, ¿no?  Sin embargo, al director del film, le pareció que esos adoquines eran demasiado resbaladizos y como solución vertieron sobre ellos, ¡atención!, 32.000 litros de Coca-Cola.

La noticia no especifica si de la original o light, pero viendo el panorama general no lo imaginamos, ¿verdad? La brillante idea no era otra que el suelo adquiera una película pegajosa y así los especialistas que graban las escenas peligrosas a los mandos de las motocicletas que aparecen en este último remake de la archiconocida saga, estén a salvo de posibles caídas.

La fiesta costo nada menos que 60.000 euros, y en la minuta se incluía el preciado líquido negro, que en poco tiempo estará más caro que la gasolina, aún más después de haber sido empleada para ayudar a Bond en sus rodajes, y la fama que ello conlleva, aunque sea solo como medio antideslizante, y la posterior limpieza para después dejarlo todo tal cual estaba antes de comenzar el rodaje.

Podemos decir con total tranquilidad que hasta James Bond se ha vuelto un «blandito de pacotilla»

Entendemos que esa cifra, teniendo en cuenta el presupuesto de la película, 250 millones de dólares, es una simple minucia para la totalidad de la cuantía gastada en el film. Nada que no haya que pagar si la finalidad es ofrecerles una seguridad extra a los que deben de encargarse de que estén a salvo los actores principales de la exitosa película, véase la ironía.

Asi que podemos decir con total tranquilidad que hasta James Bond se ha vuelto un «blandito de pacotilla», o mejor aún, los especialistas que lo suplen en las escenas más peligrosas en esta nueva secuela. Esto con Sean Connery, Barry Nelson o Roger Moore no pasaba. ¿Qué será lo próximo que veamos? ¿A James Bond pidiendo un Martini «agitado no mezclado» sin alcohol? Al tiempo.

Y ojo, que si llegado el momento el guión no deriva en ello, ya habrá una turba de anormales, los mismos que determinaron que se eliminara de las grabaciones a la gente fumando, que llegará a la iluminada conclusión de que si Bond bebe alcohol en la gran pantalla los niños querrán ser como él y terminarán afectados por cirrosis a los 40, o alguna mierda negligente del estilo.

Los empleados que trabajan en fábricas de bebidas espirituosas que se vayan al carajo y se queden sin trabajo. Llegado el caso los podrían contratar para limpiar las calles italianas, o de donde sea, tras el vertido de Coca-Cola, sin ron claro. El mundo se va a la mierda, literalmente, y hasta James Bond parece que no se librará de la catastrófica y apática caída que nos depara nuestro futuro inmediato.

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