UMC

La semilla guerracivilista como último bastión para la supervivencia política 

En las últimas horas, hemos vuelto a comprobar porque la izquierda en general y el PSOE en particular se han convertido en el mayor cáncer político, social y económico que ha sufrido España en las últimas décadas. Una vez más (no será la última), han dejado claro y patente que están dispuestos prácticamente a casi cualquier cosa para perpetuarse en el poder, incluso inoculando, de ser preciso, el germen guerracivilista en buena parte de la población.

Para ello se han valido de unas declaraciones tergiversadas, en texto y contexto, en las que acusaban directamente a Juan Vicente Bonilla, exagente de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, de querer atentar contra Pedro Sánchez en el año 2021. Además, poniendo un especial énfasis en el relato en que, actualmente, esta persona está contratada por el ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, para la Gerencia de Seguridad del Servicio Madrileño de Salud.

No ha servido de nada que horas después de la nefasta publicación, medios como la Sexta (de donde nació inicialmente la información errónea) reconocieran el fallo y pidieran perdón por haberse hecho eco de una información totalmente descontextualizada. Sin embargo, los ministros Óscar López, María Jesús Montero y Pilar Alegría, junto al siniestro y desnortado Patxi López, han seguido alimentando el bulo inicial dando pie a la falsa teoría de un intento fallido de magnicidio por parte del exmiembro de la Guardia Civil.

La gravedad de estos hechos y declaraciones, en términos de derecho jurídico y penal, sobrepasan líneas rojas verdaderamente peligrosas. Sin embargo, siendo conocedores del modus operandi del PSOE y buena parte de sus socios de gobierno, no podemos sorprendernos de que finalmente la sangre termine llegando a un río demasiado revuelto, logrando lo que buscan desde hace meses; incendiar las calles.

Esto no es nada nuevo en la forma de actuar de la izquierda cuando, viéndose totalmente asediados, políticamente hablando, emplean cualquier artimaña con el único fin de perpetuarse en el poder. Nuestra historia ratifica esta teoría con hechos imborrables de la misma, como el golpe de Estado de 1934 organizado por el PSOE y la UGT, con Indalecio Prieto y Largo Caballero como principales responsables del mismo. Este último declaraba previamente durante su discurso con motivo del XIII congreso del PSOE, en 1932, en calidad de Ministro de Trabajo y Previsión Social:

“El Partido socialista no es reformista, cuando ha habido necesidad de romper con la legalidad, sin ningún reparo y sin escrúpulo. El temperamento, la ideología y la educación de nuestro partido no son para ir al reformismo”…. ¿Les suena de algo? Nada ha cambiado en aquel germen de los inicios de un partido político que sigue funcionando bajo esa misma consigna, aunque en ella nada quede ya de revolución.

Además, lejos de aceptar las reglas del juego político y la voluntad del pueblo, siempre han estado dispuestos a llevar a este último a una confrontación civil si el resultado de la misma les podía otorgar el bastón de mando. Así lo llevan demostrando desde su fundación, y de manera más clara y concisa, desde que se hicieron con el poder, con Pedro Sánchez Castejón al frente, en el año 2018.

Una situación que se ha agravado estos últimos meses con hechos de la magnitud de la destructiva DANA del mes de octubre, el famoso apagón del pasado 28 de abril o la infinidad de casos de corrupción que afloran casi a diario en el seno del gobierno socialista, poniendo de manifiesto, más que nunca, la inviabilidad de un mínimo de calidad democrática en el actual sistema en el que andamos instaurados.

Todo ello sin olvidarnos del brazo político en el que se han convertido aquellos medios de comunicación a sueldo del actual gobierno que no tienen rubor alguno en darle pábulo a las teorías inventadas por este último, y en los que encontramos apesebrados a aquellos “profesionales del sector” que firmaron el sonado manifiesto en contra de las técnicas de desinformación y lo que ellos bautizaron como la máquina del fango a raíz de la decisión de su jefe de tomarse 5 días de vacaciones extra para meditar si seguía o no al frente del ejecutivo.

Silvia Intxaurrondo, Pilar del Río, o Cristina Fallarás, entre otros, se unían entonces para, según ellos, parar el avance de la “ultraderecha mediática y judicial contra la esposa del presidente del Gobierno es un nuevo intento de subvertir la voluntad popular expresada en las urnas mediante medios ilícitos.” Es decir, poner en tela de juicio las actividades económicas de Begoña y sus amiguetes no estaba bien visto por la ingente cantidad de paniaguados al servicio de Begoña, sus amiguetes y por supuesto nuestro presidente.

Esos mismos son los que se comportan como un equipo de desinformación sincronizada al son de lo que les dictan desde el gabinete de prensa del propio gobierno. No les tiembla el pulso en mentir de manera reiterada y, lejos de retractarse cuando se demuestra la falta de veracidad del argumento oficial, en una huida hacia adelante, se mantienen impertérritos ante las embestidas de la cruda realidad en forma de información periodística veraz.

Por último, y como parte indisoluble de esta ecuación de mentira, descrédito y corrupción sistemática, tenemos a la Unión Europea. Poco o nada preocupada por encargarse de la labor que a priori se le tiene encomendada, la de velar por los derechos y libertades de los ciudadanos, amparan este tipo de conductas mafiosas y delictivas de buena parte de la casta política, esa misma encargada de secuestrar las instituciones en favor de sus propios intereses.

Llegados a este punto, donde estamos más cerca que nunca del filo de la navaja, solo toca pensar en qué momento nos echaremos a la calle para pedir un reseteo completo del sistema. Esto ya no va de rojos o azules. Tampoco de derecha e izquierda y con ellos sus paquetes ideológicos ad hoc. Hablamos de algo tan elemental como la continuidad de la convivencia en el seno de un país tan diverso y complejo como en el que nos ha tocado vivir.

Porque que a nadie le quepa duda que, de poder, Sánchez y todos aquellos que apuntalan su gobierno, serían capaces de hacerlo explotar todo por los aires, políticamente hablando, si tras arrasarlo todo consiguen alcanzar sus siniestros objetivos. Y no esperen que Feijóo, Abascal o cualquier otro vayan a sacarnos del atolladero. 

Estos últimos, de lograr alcanzar el mando del país, nos llevarán a sufrir otro tipo de realidades donde la mayoría de los afectados, como consecuencia de la aplicación de sus políticas, sean los que apoyan de manera manifiesta, en estos días de caos, a Pedro Sánchez, aunque el resultado global para el interés de la población, a efectos reales, y una vez saliésemos por la punta, fuera prácticamente el mismo.

El sistema político europeo, tal y como lo conocemos, asiste a un ocaso inevitable, fruto de la indecencia, la irresponsabilidad, la osadía y el ansia de poder de aquellos que lo componen. Ya no hay vuelta atrás y ellos lo saben, aunque sigan pretendiendo cubrirse con el manto de la credibilidad e intentando justificar sus acciones con el pretexto de combatir aquellas que llevan a cabo sus oponentes políticos. Todo ello bajo el marco incomparable que ampara este circo en el que se ha convertido la socialdemocracia instaurada en el deleznable entramado político de una decadente UE.

Imagen

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio