Han pasado ocho días desde que Donald Trump, aspirante a presidente de los Estados Unidos, por segunda vez, sufriera un intento de asesinato mientras pronunciaba un mitin en Butler, Pensilvania y lo curioso del asunto es que, más de una semana después, sigue sin haber una explicación clara de lo sucedido, analizando los hechos con detenimiento. Peor aún; de momento nadie se explica cómo pudo llegar a suceder el hecho en cuestión.
La larga lista de errores en el equipo de seguridad de Trump, a cargo del Servicio Secreto estadounidense, carece de coherencia alguna vista desde un punto meramente profesional, sin dejarse llevar por teoría conspiranoica alguna. Más aún teniendo en cuenta que en un cuerpo especial de tal calibre se presupone que están los profesionales de más alto nivel del planeta.
Lo más dantesco del tema es que el francotirador, que logró realizar hasta 8 disparos en el momento de los hechos, había sido avistado minutos antes por algunas de las personas que se encontraban en el propio acto de campaña. Entonces uno ya se hace la primera pregunta llegados a este punto: ¿Qué hacían mientras tanto aquellos que debían de salvaguardar la integridad física de Trump, incluso la de cualquiera de los presentes?
Pues a decir verdad, y tras los diferentes videos del momento en cuestión, podemos decir sin miedo a equivocarnos, que no cumplían con tal misión de la manera que se les exige a personas con una formación de tal calibre. Todo ello empuja a pensar a que el intento de asesinato sobre Trump estaba planificado por alguna de las partes implicadas en el asunto, pero ¿por cuál de ellas?
Cuando hablamos de “partes implicadas” queda claro a quién nos referimos: El propio Trump o las altas esferas que intentan a toda costa que no alcance la victoria en la carrera presidencial. Si analizamos con detalle la secuencia en la que el expresidente termina con una oreja herida, casi podríamos dar por hecho que el supuesto plan de efecto no sería de su autoría. Como bien explican en medios especializados, Trump está vivo en estos momentos porque giró la cabeza levemente hacia la derecha milésimas de segundo antes de que impactara la bala.
Lo justo y necesario para que esta rozara su oreja en lugar de haber perforado directamente su sien. Por otro lado, ¿Qué necesidad tiene Trump de un montaje de este tipo si casi podemos decir que tenía ganadas las próximas elecciones de noviembre tras su debate televisivo con el senil y actual presidente Joe Biden? Ninguna.
Sin embargo, nunca debemos de fiarnos de este tipo de hechos, porque generalmente buscan el efecto contrario al que el ignorante grueso de la población, nosotros mismos, creemos. Así que nos queda la otra parte de la teoría, la de que implica directamente al actual gobierno estadounidense y aquellos organismos policiales y de seguridad que deberían haber velado por la seguridad del propio Trump.
A todo ello hay que sumar, por supuesto, al autor de los hechos, Thomas Matthew Crooks, de 20 años y natural de la zona donde se celebraba el mitin de Trump. Este fue posteriormente abatido por uno de los equipos de seguridad que se presuponía, debían haber evitado los hasta ocho disparos que efectúa el homicida segundos antes de su muerte. ¿Cómo es posible que llegara hasta el tejado desde el que intentó asesinar a Trump sin que nadie hiciera nada para evitarlo?
Aún más preocupante ¿Cómo sabía que ese era el único sitio desde el que podía realizar los disparos sin que sendos equipos de seguridad lo tuvieran dentro de su campo de visión? Un árbol de grandes dimensiones quedaba interpuesto entre la posición de Crooks y los mencionados puestos de vigilancia con dos francotiradores apostados en cada uno de ellos.
La lista de hechos inquietantes sigue creciendo cuando vemos al propio Crooks trepando por la parte trasera del edificio y empleando una escalera de 1,5 metros aproximadamente que había comprado horas antes. ¿Cómo es posible que supiera, si no había estado allí antes, que precisaba de una escalera de esa magnitud para poder acceder al lugar indicado desde el que acometería posteriormente el atentado?
Más allá de lo acontecido el pasado 13 de julio y sus consecuencias en términos humanos, con Trump y otras dos personas asistentes al evento heridas y un varón de 50 años fallecido por el impacto de una de las balas, nos quedará para la historia la imagen que encabeza este artículo en la que el expresidente norteamericano, puño en alto, se levanta al grito de ¡Fight, Fight! (lucha, lucha).
Un momento que ha marcado un antes y un después en la longeva política yanqui, convirtiendo a Trump en otro de los tantos mandatarios de alto rango a los que han intentado asesinar a lo largo de su trayectoria profesional. Roosevelt o Gerald Ford son un ejemplo de ello. Otros como John F. Kennedy, Abraham Lincoln o William McKinley no tuvieron tanta suerte tras ser agredidos empleando un modus operandi similar.
Ahora, Trump, tras la convención anual republicana, ha regresado con más fuerza aún si cabe. La misma que no tiene su rival político hacia la consecución del sillón presidencial de la Casa Blanca. Pero más allá de lo que llegue a suceder el próximo mes de noviembre, donde ya se da por hecha la victoria del partido republicano, queda aún muchas incertidumbres que descifrar sobre el intento de asesinato del magnate estadounidense. Por supuesto, también, dilucidar quién está detrás del mismo o ¿alguien se cree que Thomas Matthew Crooks se levantó esa mañana con ganas de cambiar la historia del mundo?… Para nada.