UMC

El día de la marmota en versión española

Ya llevamos varios meses escuchando de manera continuada lo que se nos avecina, una crisis de órdago provocada nuevamente por la incompetencia de los de arriba, o más bien, la sempiterna costumbre de hacer siempre justo lo contrario de lo debido, con lo que ello conlleva después para el grueso de la población que conformamos este país maldito. Para el que aún no esté al tanto, estamos actualmente en una situación muy similar a la de 2008, aunque ahora las causas de un posible boom económico, digo lo de boom porque esto estallará antes o después, sean totalmente distintas a las de entonces.

Pero igual que ya sucedía hace dieciséis años, se repite el mismo patrón «pueblo-político» de turno; volvemos a mirar hacia los lados, buscando culpables de algo que solamente nosotros mismos creamos por nuestra falta de consciencia, pero sobre todo de moral. Todo ello marinado con esa dejadez histórica de echarle pelotas al asunto en el momento indicado y acabar de una vez por todas con un sistema corrupto muy asemejado a esas repúblicas bananeras que terminan apoyadas por expresidentes europeos (nuestro queridísimo Zapatero es uno de ellos) que se visten con los ropajes de la democracia.

La conclusión final es que no aprendemos nada: Hemos vuelto por los mismos pasos que nos llevaron a esa crisis tan cercana y que a la vez pareciera que hiciese tanto que acaeció, en la que vimos a familias completas en la calle, gente sin trabajo, abuelos encargándose de darles de comer a toda la prole y en definitiva un panorama desolador. Provocado básicamente por nuestra falta de capacidad de percibir lo que podía suceder de un momento a otro. Además, lo hicimos como solo nosotros sabemos, y muy bien por cierto, malgastando y viviendo a todo trapo como si no hubiera un mañana.

Al parecer de nada sirvió todo aquello. La gente, en general, ha vuelto a las andadas, olvidando por completo aquellas lamentables imágenes que inundaban las portadas de periódicos e informativos donde, los desahucios, los despidos en masa y en general la desidia en su máxima expresión, copaban nuestra rutina un día sí y otro también. Además, nos hemos tirado década y media recobrando esas «buenas costumbres» que nos hacen tan diferentes, y a la vez tan débiles, en comparación con la mayor parte de la población con la que compartimos la historia de este continente. Por supuesto, contando, como no, con la inestimable ayuda de una panda de analfabetos cantamañanas al mando. Y claro, luego pasan las cosas que pasan y nos echamos las manos a la cabeza.

Asi que ahora, a octubre de 2024, con el año nuevo a la vuelta de la esquina y unas nuevas elecciones que llegarán más pronto que tarde, volvemos a escuchar esa vieja canción que tan poco nos gusta y que incluso a más de uno nos hiela la sangre haciéndonos pensar en lo que puede venir. Como siempre, nuestros políticos no saben nada, e incluso semanas atrás anunciaban que España, al contrario que el resto de los países que conforman la U.E., crece al no sé cuántos por ciento. Para colmo se han dedicado a desatender los consejos de la mayoría de organismos económicos qué, de manera objetiva, vienen avisando del castañazo que nos vamos a dar.

Mientras tanto, y como siempre sucede en este país de atónitos o acólitos o gilipollas directamente, según el momento quien gobierne y sobre todo quien reparta el pastel, la mayor parte de la gente vuelve a mirar hacia arriba. No sé sabe muy bien si buscando musarañas o tratando de encontrar la ayuda divina de un Dios cansado hasta decir basta de nuestra estupidez intrínseca. Pero claro, no hay nada ahí arriba, al menos constatado empíricamente, que nos vaya a tirar una cuerda a la que podamos agarrarnos para no volver a quedar clavados en el fango. Si eso un pie sentenciador, que es probable que nos termine de rematar.

A ver sí de una vez por todas, aunque esto sí que sería un milagro por la gracia divina, nos vamos a la mierda de manera definitiva, si es que hay algo que apeste más que este entorno irrespirable en el que se ha convertido nuestra España querida. Pero no preocuparse, que ahora llegan las Navidades, Papa Noel, los Reyes Magos y hasta nuestro familiar de turno, hablándonos de lo bien que va todo en cualquiera de esas cenas festivas que nos damos en esos días, gracias al innegable encanto de Pedro Sánchez, Antonio para los amigos.

En esos momentos lúdico-festivos nos encargaremos de arreglar el país a base de charlatanería barata, la crisis que viene nos cogerá miedo y quién sabe, incluso logramos atisbar un mínimo de conocimiento e intentamos cambiar las cosas. Aunque es más probable que terminemos como siempre, tragando como si no hubiera un mañana y esperando que pase la marea para volver a hacer exactamente lo mismo que nos trajo hasta una situación límite como la que está por llegar… Una vez más.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio