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El «pasaporte virtual», la última idea Orwelliana para controlar nuestra privacidad

Una mañana te levantas y descubres que el mundo ya no volverá a ser como antes. No al menos en tema de privacidad y, sino que se lo digan a todos aquellos usuarios de webs de contenido pornográfico que desfogan sus pasiones al ritmo de la zambomba. El ojo inquisidor de Pedro y su “atento gobierno” han decidido que a partir de ahora eso de cascársela en el anonimato será previo registro digital, en lo que algunos ya han bautizado como el “Pajaporte digital”.

Podría parecer una broma de mal gusto en primera instancia, pero tras unos minutos de asombro descubres al bueno de José Luis Escrivá, Ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública de España (ahí queda eso) intentando argumentar el porqué de la toma de una decisión de este tipo. Ellos alegan velar por los intereses de los menores de 18 años, cada día más desnortados por culpa de la pornografía.

Es de entender; cuando tus políticas, o mejor dicho, los chiringuitos mediáticos montados alrededor de estas, se centran en el feminismo radical o fomentar la desigualdad entre hombres y mujeres, es de recibo que intenten controlar la vena machirula de los jóvenes con una iniciátiva de este tipo. Sin embargo, y aunque a muchos se les haya pasado por alto, la idea central de este gobierno no es contabilizar las veces que uno entra en una web porno.

El «pasaporte virtual» solo es el inicio

El nuevo experimento Orwelliano de Sánchez y compañía va más alla, probablemente impulsado por las políticas en torno a la agenda 2030 y que en definitiva no es más que una nueva vuelta de tuerca a los derechos y libertades de los ciudadanos, pero sobre todo un paso más en la conquista de nuestra privacidad, o lo que va quedando de ella.

Está bien eso de preocuparse por la salud mental de los jóvenes, faltaría más. En cambio, no los veo tan afanados en ayudar a los enfermos de ELA, que siguen viviendo y muriendo sin dignidad. O en pagar las vergonzosas cuantías a aquellos que deberían beneficiarse de la famosa Ley de la Dependencia, o solventar marrones tales como la inmigración ilegal, y lo que ello conlleva. Tampoco poner soluciones a que cada vez sea más difícil alquilar una vivienda para el ciudadano medio.

¿Para qué?, pensarán los colegas. Eso no nos va a reportar pingües beneficios como puede hacerlo el instar a que todo dios, de manera obligada, se termine realizando un pasaporte virtual con el que poder acceder no solo a las webs de este tipo. También a cualquier servicio público y por qué no, ya de paso, racionar el uso de los mismos.

Porque no se engañen, este es el primer paso de muchos, en aras de cercenar los derechos y libertades individuales de todos y cada uno de nosotros. El control de la población es la finalidad de paridas de este tipo, más allá de emplearse, además, como cortinas de humo con las que distraer al personal mientras trajinan en la trastienda de la inmoralidad y la desfachatez.

¿Ustedes creen de verdad a que esta panda de sátiros, que ya promueven abiertamente la pedofilia, les va a importar un carajo las veces que cada uno de nosotros entremos en una página web porno? Para nada. El kit de la cuestión aquí es precisamente eso, saber qué hacemos en todo momento y esto, lo del “Pajaporte virtual”, es solo el “episodio piloto” de esta serie de terror.

Por otro lado, uno se pregunta cuánto nos va a costar a todos, y todas, que nuestro amado gobierno, con el apoyo de la mayor parte de partidos de la cámara, creen un programa específico, así como una APP, donde los usuarios se registren y supliquen para que les renueven el bono-paja mensual. Tampoco me queda claro que empresa será la encargada de gestionar tal disloque y si, al igual que lo anterior, saldrá a concurso público una cosa y la otra. Me da a mí que no.

Luego están los titulares que envuelven a este nuevo capítulo distópico de nuestra historia del calibre de “Se podrá entrar hasta 10 veces en la misma web sin tener que gastar pases”, o “Los ciudadanos que quieran ver porno deben descargarse en su móvil la aplicación Cartera Digital, que también va a servir para almacenar otros documentos, como el certificado de empadronamiento o los títulos universitarios.” ¿Ven ya por donde va el asunto?

Lo del porno es solo la punta del iceberg de ese entramado cibernético que tienen planeado instaurar. Al igual que ya pasó con el certificado COVID (ese que posteriormente fue declarado ilegal por el Tribunal Supremo), el control total de la población es exclusivamente la única meta de esta nueva patochada de Pedrito y sus colegas. Suponemos que mandados por otros que están aún más arriba y manejan los hilos de todo, como suele suceder habitualmente.

En última instancia, a modo de reflexión, me digo para mis adentros ¿hasta dónde llegaremos con este tipo de sandeces políticas sin sentido y tan perjudiciales para todos y cada uno de nosotros? No está claro, viendo cómo está el patio y lo que te ronda moreno, pero, como ya saben, todo, absolutamente todo, es por nuestro bien. Qué van a decir, ¿no? Cosas de vivir en una mal llamada democracia.

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