Primero fue la DANA valenciana, luego el apagón del pasado 28 de abril y ahora, tras un nuevo temporal en las costas mediterráneas, diferentes municipios y poblaciones de la zona llevan seis días sin servicio alguno a la red de agua potable. De esta guisa y una vez más, en poco más de año y medio, más de uno hemos tenido la posibilidad de constatar en primera persona el nivel de inoperancia estatal, provincial y municipal, al que estamos sometidos la mayor parte de la ciudadanía de este país.
Un baño de realidad reiterado que, lejos de abrirnos los ojos, pone de manifiesto ese nivel de desidia colectiva, corruptela política y derrumbe institucional en el que vivimos desde hace ya demasiados años. Porque una cosa queda clara desde el momento en el que se altera nuestra cotidianidad de una manera brusca: No hay “plan B” alguno con el afrontar el más mínimo problema que se presente.
Seis días sin agua potable y lo que nos queda
En una reflexión anterior a la que titulé “El eco de una despedida” intentaba expresar lo que conlleva una mudanza a un nuevo hogar, sobre todo si no es decisión propia terminar viviendo en otro lugar diferente al que hasta ahora lo estabas haciendo. El caso es que, desde entonces (primeros de marzo), he podido dar habida cuenta en primera persona de las miserias que coexisten en las poblaciones aledañas al municipio al que pertenece la urbanización donde se ubica mi nueva residencia, Torre-Pacheco, y como los políticos de turno que manejan el cotarro en el consistorio, son incapaces de dar soluciones a corto plazo a problemas verdaderamente flagrantes.
Como por ejemplo, estar semanas sin iluminación en varias calles, tras el famoso apagón general, o como es el caso en estos días, tener una alternativa real a la red principal de aguas con la que no dejar literalmente tirados a la mayoría de ciudadanos del lugar. Porque aquí, que nadie se engañe, hay dinero para mil y una mamarrachadas sin sentido alguno y que además nadie ha pedido, como llenar los pueblos de carriles bici o adoquinar calles por doquier, eliminando la circulación de las mismas.
Lo importante es seguir la agenda imperante e impuesta desde la corrupta Unión Europea y de las necesidades reales del ciudadano de a pie, que se ocupe Rita la Cantaora. Eso sí, no se olvide usted de pagar sus impuestos puntualmente para poder financiar toda esta parafernalia innecesaria cargada de esa ideología progre tan arraigada en nuestros días y que la mayoría terminamos sufriendo de una manera u otra, antes o después.
Primer mundo lo llaman
Cuando uno plasma de algún modo la idea de lo que a priori se considera primer mundo, dentro de ese planteamiento general no debería haber posibilidad alguna de verse privado de cosas tan elementales y esenciales como tener acceso a las redes de suministro de electricidad y agua potable… Hasta ahora. Sin embargo, tras “el reseteo pandémico” hemos terminado normalizando situaciones otrora inimaginables, a la par de dantescas.
Llevar prácticamente una semana sin agua potable en tres municipios del Mar Menor, con más de 20.000 personas afectadas, solamente en el de Torre-Pacheco, debería ser cuanto menos causa punible ante un juzgado de lo penal. Pero lejos de la situación en sí, hay algo peor si cabe en todo este asunto y esto no es otra cosa que la ineptitud e incapacidad resolutiva de los políticos al mando. Porque cuando tras varios días sin agua potable escuchas al alcalde de tu municipio repetir, una y otra vez, el mismo mantra sin atisbo alguno de que fruto de sus palabras se vaya a dilucidar solución alguna, es entonces cuando realmente eres consciente de en manos de quien estas.
Mientras tanto, fiel reflejo de que todo importa un carajo y que, lejos de ponerse a trabajar unos y otros de sol a sol en búsqueda de una solución, o al menos intentar presionar a las altas instancias para acelerar el proceso de restablecimiento del agua potable, nuestros políticos dedican parte de su apretada agenda a celebrar cosas tan relevantes como la VIII Jornada Mujeres Rurales “La Fuerza de nuestra Tierra” conmemorando el “Día Internacional de las Mujeres Rurales”. Tócate los huevos. Cabría preguntarse cuantos chiringuitos orbitan al socaire de este tipo de iniciativas.
En conclusión, la inexistencia de suministro de agua potable que actualmente sufrimos decenas de miles de ciudadanos del sureste español, es solo un síntoma más de la enfermedad institucional general que lleva padeciendo el país en los últimos 50 años. Y la causa no es otra que un sistema inoperante donde la corrupción e indiferencia de buena parte de sus componentes, pone ante el precipicio a gran parte de la población.
Esta, lejos de alzarse ante tal despropósito, ha aceptado de manera resignada lo que hay. No somos capaces de entender que, mientras que cualquier paniaguado puesto a dedo pueda estar al frente del gobierno nacional, una comunidad autónoma o un ayuntamiento cualquiera, seguirá siendo imposible encontrar soluciones loables a los problemas que se presentan una y otra vez (y cada vez con más asiduidad) y que finalmente terminan por arroyarnos.
Y sí, por supuesto, que hay personas metidas en política, a lo largo y ancho del país, capaces y con ganas de dejarse el pellejo por aquellos que las han votado (las menos). Pero este no puede ser el criterio de elección a la hora de que alguien tome el mando en cualquier ámbito político con la responsabilidad que ello conlleva. Es imprescindible tener unos mínimos en la materia a la que se va a dedicar el susodicho y no depender de tropecientos asesores o técnicos que en buena parte de las ocasiones también han sido seleccionados bajo criterios cuanto menos cuestionables.
Lo más preocupante de todo este asunto en relación con el corte de suministro de agua potable en la zona del mar menor de Cartagena es simple y llanamente que en apenas unas semanas a todos se nos habrá olvidado, como ya ha sucedido en otras ocasiones en los últimos tiempos. A las primeras de cambio volveremos a agachar la cabeza para seguir transitando como un rebaño bajo los designios de los dueños del cortijo, siendo pastoreados por todos y cada uno de aquellos individuos encargados de que no nos salgamos del redil; llámense políticos locales de turno, fuerzas de seguridad del Estado, o predicadores de los dogmas de fe de unos y otros.
¿Qué más da tener un servicio eficiente de agua potable o un suministro a la red eléctrica como marcan los cánones de eso que muchos califican como el primer mundo? Mientras no nos falten cosas tan importantes como las “Jornadas de las Mujeres Rurales”, de “Feministas Urbanitas y Empoderadas” o ya puestos, el “Día de Todas, Todos y Todes” en pro de la diversidad de género… Pan y circo.