Hace unos días, tras conseguir renovar el carnet de conducir (esto dará para otra reflexión), me disponía a desayunar en una cafetería cercana a la policlínica donde había llevado a cabo el dichoso trámite. El caso es que, al entrar a la misma, me topaba con un conocido del pueblo que hacía bastante tiempo que no veía y aún más que no cruzaba palabra con él. El susodicho en cuestión posee una empresa de construcción, desde la que ofrece servicios varios, todos ellos relacionados con este sector: Albañilería, pintura, forja o fontanería están entre ellos.
Como suele ocurrir en este tipo de situaciones, tras el saludo protocolario, terminamos charlando cerca de una hora sobre temas tan dispares como las nuevas tecnologías, el trabajo y las vueltas que da la vida. Sobre esto último recordamos nuestros años mozos e incluso hablamos de un viaje al GP de Jerez en el año 2000, donde nos pegamos una soberana fiesta durante aquel fin de semana de mayo en el que se celebró el evento. Sin embargo, a razón del trabajo, Jose, que así se llama, me expresaba su descontento general con la actual situación que atravesamos en nuestro país en cuanto a la carencia de operarios para desempeñar infinidad de actividades en un sinfín de profesiones cualificadas… Y no sin razón.
Pues eso, las vueltas que da la vida…
Es clave explicar sobre este tema, para lograr un contexto adecuado sobre el mismo, como en el transcurso de la adolescencia, cualquier joven tiene que tomar una serie de decisiones que, probablemente, marcarán su futuro para el resto de su vida. Indudablemente, estas pueden variar según el momento de cada cual y, llegado el caso, podemos terminar cogiendo con el pasar del tiempo, un camino alterno al elegido en la época de estudiante en función de diferentes factores. En cualquier caso, con apenas 16 o 17 años, tienes que empezar a decidir hacia dónde quieres enfocarte en términos generales, con lo que ello conllevará en lo sucesivo.
En la reflexión titulada «Trabajos con salida»… A no se sabe donde, tratábamos esta disyuntiva de tener que elegir entre las diversas modalidades que nos ofrece el sistema educativo, probablemente sin tener ni idea de si la opción escogida es la acertada. Ya sea en términos laborales, productivos o simplemente ciñéndonos a nuestras propias necesidades en materia vital, es difícil acertar a la primera en esta cuestión, más aún cuando el factor experiencia no es que juegue precisamente a nuestro favor. La falta de madurez y el desconocimiento que poseemos sobre como funciona el mundo, nos puede llevar directamente a perder unos cuantos años de nuestra vida dedicados al estudio de algo de lo que finalmente no terminemos ejerciendo laboralmente nunca.
En lo personal he ido dando bandazos de un lado a otro sin tener muy claro, la mayoría de las veces, si estaba haciendo o no lo correcto. Además, mi propia experiencia me dice que no solamente importa las decisiones que tú tomes sobre esto o aquello. En muchas ocasiones también estarás en manos de las que elegirán otros, dejándote influir por ellas y, en el mejor de los casos, es posible que la suerte se alíe contigo y estas terminen siéndote favorables para poder alcanzar las metas que te planteas.
Dicho todo esto, lo curioso es como determinadas cuestiones que a priori pudieran parecerte una locura, el pasar del tiempo termina convirtiéndolas en una realidad manifiesta. Me refiero a la situación actual, y no tan actual, que viven algunos universitarios que en algún momento de su vida decidieron dedicar su tiempo y esfuerzo a estudiar una carrera. Y digo esto porque cuando un servidor debía haber tomado esa decisión, algo que finalmente no tuve la opción de hacer, escuché de boca de alguien en infinidad de ocasiones la siguiente sentencia: “Las universidades son escuelas de parados”.
Desde un punto de vista puramente lógico pudiera parecer una locura esta afirmación ¿no? Pero la realidad es que conforme hemos ido avanzando en el plano tecnológico, económico o social, entre otros, muchos de aquellos universitarios que en mi tiempo, e incluso ahora, culminan determinados tipos de carrera se encuentran que no tienen un puesto de trabajo en el que desempeñar la tarea profesional a la que ellos han decidido dedicarse profesionalmente.
La respuesta a este hecho es muy sencilla y la tenemos más presente que nunca en nuestros días; Muchas empresas están cambiando a las personas por máquinas y a la vez sus modelos de producción, algo, por otro lado, que sucede cada vez con más asiduidad. A todo ello se le suma además el overbooking de gente licenciada que hay en la actualidad, mucha de ella con una formación casi desfasada respecto a los tiempos que corren, fruto de los nefastos planes educativos que han ido imponiendo los gobiernos de turno a lo largo de las últimas cuatro décadas.
En conclusión, aquella célebre frase, que yo tantas veces escuché y critiqué, ha terminado validándose de manera plena en apenas 25 años. De hecho, a la sentencia verbal del colega le seguía una muletilla a modo de justificación sobre aquel pensamiento. Esta no era otra que la de alegar algo en lo que realmente llevaba toda la razón; “No todo el mundo puede ser ingeniero, ni médico, ni profesor. Tiene que haber albañiles, tractoristas, chóferes, camareros, etc.” Y es verdad, vaya que si lo es y si no preguntárselo a Jose o cualquiera de todos aquellos empresarios que hoy día no encuentran mano de obra cualificada.
Los datos actuales avalan esta teoría de una manera inequívoca y además queda constatado que en este momento de latente incertidumbre en el que vivimos, por lo general, los empleos cualificados tienen más salida laboral que muchas de las carreras que actualmente se imparten en la mayoría de universidades del mundo. Además, buena parte de estas profesiones ya están mejor pagadas que otras que exigen titulaciones universitarias e incluso estudios académicos complementarios. Entonces, y la pregunta es obvia, ¿Para qué pasar estudiando tantos años si no vamos a obtener esa ansiada recompensa al final del camino?
A esta enrevesada cuestión es difícil encontrar una respuesta adecuada que se formule con la cantidad exacta de razón y pasión, sin llegar a parecer pedante o directamente gilipollas. Particularmente, sin haberme licenciado en nada, salvo en la universidad de la vida cada día, no me puedo quejar de cómo me ha ido a lo largo de los años, básicamente porque he intentado encontrar mi lugar a base de prueba y error. Pero esa no es una explicación lo suficientemente convincente para alentar a alguien a que opte, o no, a cursar una carrera universitaria.
Más bien, según yo veo el asunto, lo que habría que hacer primordialmente es saber cuáles son las necesidades vitales de cada persona y en función a eso empujarle hacia este u otro camino, ya sea directamente al plano laboral o de estudio. Pero por encima de todo ello hay algo mucho más importante y es dedicar tu tiempo a formarte sobre lo que realmente te haga feliz y apasione o como mínimo que no te haga sentir como un esclavo cada día, aunque finalmente puedas terminar siéndolo por infinidad de aspectos que generalmente escapan a nuestro control.
Entonces… ¿Para qué sirve formarse como abogado, profesor o médico si luego pasarás el resto de tu vida hastiado de ese trabajo que quizás nunca debiste escoger? Y, por encima de todo, como lograr no tener esa sensación, de haber perdido tantos años de tu vida, formándote según la doctrina establecida en dicha materia. Quizás es ahí donde está el kit del asunto y donde debemos enfocarnos realmente para que esto marche como debe.
La conclusión es, y siempre aludo al mismo ejemplo, que si a vuestra pasión es tocar la trompeta y además poseéis dotes para su desempeño, e incluso aunque no los tengáis inicialmente, quizás tendríais que pensar en dedicaros al arte de la música. Casi con total seguridad terminaréis ganándoos la vida con ello y además lo haréis disfrutando cada día de la misma ejerciendo algo que realmente os apasiona, ya sea dando un concierto improvisado en la esquina de una calle o formando parte de la mejor orquesta sinfónica del planeta.
You’ve explained this better than anyone else I’ve read.