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El poder de las redes sociales: Las dos caras de una misma moneda 

A estas alturas de la película (esa de la que tan solo somos parte del decorado, aunque en ocasiones nos creamos protagonistas de la misma), no vamos a descubrir nada nuevo sobre el influjo y poder que tienen las redes sociales en la vida de la mayor parte de la población mundial que, de forma alguna, tiene acceso a Internet.

Sin embargo, es tremendamente llamativo a la par de descorazonador, como un mismo asunto, expuesto en cualquiera de las plataformas que actualmente conforman este espectro virtual, puede llegar a mostrar fehacientemente las dos caras de una misma moneda. Y me refiero básicamente la forma en que la gente es capaz de demostrar lo mejor y lo peor del género humano. Algo, por otro lado, que no es novedad entre nuestros semejantes, aunque pareciera que visto desde una perspectiva pública y a cara de todo el mundo se magnificara de una manera significativa.

Todo esto lo cuento a raíz de una triste noticia que se publicaba el pasado miércoles en diversos medios locales de la zona del campo de Cartagena, en relación con el atropello fatal de una chica de apenas 27 años de edad y su perra. Al parecer ambas fueron arrolladas por un tractor cuando cruzaban por un paso de peatones en una localidad cercana de donde reside un servidor.

Horas después se inundaban las redes sociales con la fotografía de la perra de la fallecida, en paradero desconocido desde que sucediera el trágico incidente vial donde su dueña había perdido la vida. Las primeras hipótesis apuntaban a que el animal, también golpeado por el vehículo agrario, huyó herida y despavorida del lugar en pleno ataque de miedo y dolor.

Una escena que seguramente presenciaron algunos viandantes que en ese momento caminaban por la zona y que a buen seguro tendrán una versión más objetiva de lo que allí pudo ocurrir. Sin embargo, con el pasar de las horas, la publicación en redes sociales de la desaparición de la perra y las primeras hipótesis escritas por esos “expertos” que de todo saben y de nada entienden, se empezaban a caldear los ánimos entre aquellos que decidían entrar al trapo para dar su opinión.

De este modo, la cara de la moneda, esa donde todo el mundo compartió la imagen de la perra y en un llamamiento conjunto a los vecinos de la zona instaban a que todo aquel que pudiera a que echara una mano para intentar buscarla, se convirtió en la cruz de la misma. Porque no hay nada peor en este mundo que la ignorancia y el creerse en posesión de la verdad. Más aún cuando no tienes ni pajolera idea de lo que hablas y mucho menos de lo que ha pasado realmente, salvo que fueras, por desgracia, uno de los allí presentes en el momento del suceso.

Algunos comentarios que pude leer esa misma tarde en diversas publicaciones en redes sociales de periódicos regionales, así como grupos animalistas o con temática local de diferente índole, eran simplemente para ponerse a implorar de rodillas que nos caiga ya de una vez el famoso meteorito que, según han deducido los astrónomos especializados en la materia, está por impactar contra el planeta tierra.

Es increíble el nivel de necedad, maldad, inmoralidad y muchas más “dad” que tienen algunos; ya fuera culpando a la chica por no mirar como debiera antes de cruzar, al tractorista que conducía por ir deprisa y despistado, incluso algunos alegando de manera literal en referencia a este último, de origen marroquí, que “un moro tendría que tener prohibido conducir en España”… Los hubo que tenían claro que la perra iría suelta o que Pilar, así se llamaba la fallecida, estaría entretenida mirando el móvil, sin prestar atención al tráfico ni a la perra.

En lo personal ya nada me sorprende cuando de demostrar la parte más oscura del ser humano se trata. He aceptado que hemos fracasado como sociedad en términos generales y que, a falta de una constatación empírica de que existan los milagros, esto ya no tiene arreglo ni solución. Solo me cuestiono si alguno de estos descerebrados habrá pensado en algún momento que sus desacertados comentarios (por no decir algo peor) podrían leerlos en algún momento la madre de esa chica, su hermano, su padre… O cualquier otro para el que Pilar representara algo en su vida. También familiares y allegados del conductor del propio tractor, que es de suponer como quedaría tras el trágico suceso.

La Tecnología punta y sus efectos colaterales

Una vez más se demuestra el poder infinito que ha alcanzado la tecnología en nuestras vidas, relegando de manera proporcional a esos sentimientos tan elementales que antaño afloraban en nosotros cuando éramos conocedores de algún hecho significativo que afectaba a terceras personas de manera directa, y por ende hacíamos uso de los mecanismos emocionales que habitan en cualquiera persona con capacidad de raciocinio, para tratar el asunto en cuestión de forma madura, precavida y con tacto.

Ahora nuestros impulsos más primarios se imponen a esas emociones sutiles tan necesarias para mantenernos unidos a lo que verdaderamente importa. Nos hemos vuelto, insensibles e incapaces de reconocer y aplicar dónde está el límite entre la opinión y la ofensa; la libertad de expresión y la falta de ética. En definitiva, una muestra latente y palpable, una vez más, de hacia dónde nos dirigimos gracias a nuestro nihilismo desaforado, pero sobre todo una tremenda falta de empatía bañada de una mezquindad manifiesta.

Y toda esta forma de ser y actuar, de algún modo, se multiplica cuando estamos parapetados tras una pantalla y sabemos que tenemos “barra libre” para opinar en una de estas redes sociales. Básicamente, porque nuestra subjetividad, ignorancia y falta de educación no suele tener consecuencia alguna tras la tropelía gramatical. Es por ello que nos hemos habituado a esta forma de proceder sin más criterio que el de estar en “nuestro derecho de opinar”.

Quizás habría que replantearse eso de que es opinar. O mejor aún, de quién puede opinar, porque ¿alguien se acuerda si otrora el tonto del pueblo opinaba? El problema es que donde antes había uno, ahora parece ser la tónica general, o como suele decir un buen amigo, a razón de la cantidad de cortos de mente que tenemos en este país: “Si entra uno más por Cádiz, se cae otro al agua en el Ferrol….” Pues eso, geografía patria y conductismo poblacional para intentar explicar en lo que andamos metidos y sufrimos a diario.

D.E.P. Pilar.

Imagen: Paula Andrade

1 comentario en “El poder de las redes sociales: Las dos caras de una misma moneda ”

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