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La «cara B» de la progresía

A estas alturas, quien más y quien menos, habrá podido ver el video que se ha viralizado esta misma semana en el que Ana Pardo de Vera, actual Directora corporativa de Diario Público, y Bertrand Ndongo, activista político camerunés y actualmente colaborador en Periodista Digital, se enzarzan en un rifirrafe en el que la primera, de manera totalmente desproporcionada, termina insultando a Ndongo e incluso, llegado el momento, arrebatándole el micrófono con el que intenta entrevistarla.

Todo ocurría durante el circo mediático en el que se ha convertido el acto conmemorativo de los 50 años sin Franco, evento que le ha servido a nuestro querido Pedro Sánchez para avisarnos de que viene la extrema derecha y de que por supuesto él es el único que puede salvarnos de ella. Además, según nuestro amado líder, si no hacemos nada para pararla, terminaremos disfrutando de otro caudillo durante otro largo periodo de tiempo, como si él no actuara igual que aquello que critica amparado bajo esa falsa democracia en la que andamos instaurados.

Ana Pardo de Vera, una progre de manual

Eslóganes políticos aparte es curioso como Ana Pardo, progre de manual y además dedicada a ello de manera profesional, es decir, haciendo de portavoz de este cáncer ideológico a cambio de una retribución económica, se haya atrevido a insultar y casi agredir físicamente (vean como le arranca el micrófono de las manos), a alguien de distinto color al suyo, con lo que ellos critican el racismo, por el simple hecho de que el susodicho la abordase con una serie de preguntas relacionadas con aquello que defiende.

Una vez más se pone de manifiesto esa “cara B” que posee toda esta gente que, guiados bajo el lema de “haz lo que yo te diga, pero no lo que yo haga”, se creen en el derecho moral de estar por encima del bien y del mal cuando de defender sus intereses políticos y personales se trata. La prueba es que terminó llamando “negro, tonto y fascista” a Ndongo a la par que, tras arrebatarle el micrófono y lanzarlo posteriormente contra el suelo, ordenarle que lo recogiera a la voz de “cógelo como gorila” o algo por el estilo.

A decir verdad ya nada sorprende de esta cuasi mafia, aún menos cuando hablamos de alguien, en este caso la señora Ana Pardo, que lleva lucrándose de subvenciones y el erario público desde la época de Jose Luis Rodríguez Zapatero, donde ostentó el cargo de asesora de Comunicación en los Ministerios de Defensa, Industria, Turismo y Comercio y Vicepresidencia de Política Territorial. Posteriormente, hizo lo propio, entre 2021 y 2023, como Secretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana.

Es decir, vive por y para la progresía y sus políticas woke, básicamente porque le va el sueldo en ello. Así que es cuanto menos curioso como terminó desenmascarándose ella misma con una actitud racista y altanera ante un “negro, tonto y fascista”, tal y como terminó llamando a Bertrand.  Sin embargo, este tipo de acciones es algo que ya no sorprenden a nadie, a pesar de que, de manera reiterada, los veamos actuar de manera sistemática bajo el discurso político encomendado por los de arriba, aunque este carezca del menor de los sentidos.

Por otro lado, una vez más, hechos deleznables como el acaecido por parte de esta gente, tiene una función aún mayor a la que en un principio pareciera. El objetivo es seguir desviando la atención de lo verdaderamente importante, algo a lo que por desgracia también hemos terminado por acostumbrarnos. Cosas tan elementales como que en Valencia, dos meses y medio después de la tragedia que supuso la famosa DANA, siga habiendo calles hasta arriba de barro o garajes anegados.

Miles de personas aún no han podido volver a su vida cotidiana, esa que tenían antes de aquel fatídico 29 de octubre. A todo esto uno se pregunta, ¿Dónde está la descomunal infraestructura que conforma el estado y que debería estar velando por las necesidades y derechos de toda esta gente?… Nadie lo sabe. Así mismo… ¿Cuándo habrá responsabilidades políticas por la nefasta gestión del suceso?… Posiblemente nunca.

Pero esto no es todo, ya que en estos días sociatas, independentistas y proetarras han estado cociendo a fuego lento, entre otros asuntos, la nueva Ley de Enjuiciamiento Criminal para quitarse de en medio a las llamadas acusaciones populares en casos relacionados con la corrupción política. Esa misma que vive anquilosada hasta la medula en nuestro sistema de partidos. Será directamente Fiscalía quien decidirá si estas denuncias son archivadas o no en función a su propio criterio.

¿Recuerdan aquella entrevista donde Sánchez le preguntaba al periodista de turno de quién dependía la fiscalía? “Pues ya está”, tal y como el mismo argumentaba con risa burlona cuando el paniaguado de RTVE le respondía obedientemente “del gobierno”. Quizás sea la única verdad que le hemos oído decir al bueno de “Antonio” en los más de seis años que llevamos sufriéndolo.

En definitiva, la discusión entre Ana Pardo y Bertrand Ndongo no es más que otro de los síntomas que nos avisan de la enfermedad que padece el sistema. Amparado este bajo la mal llamada democracia, el estado de bienestar y milongas varias, unos pocos se han convertido en una casta intocable e intratable, que se posicionan como víctimas cuando en realidad no son más que los verdugos, y que además ya no tienen reparo en mostrar esa “cara B” tan presente en todos aquellos que profesan la religión del progresismo.

De todo este esperpento público ahora solo nos queda el disfrutar de minutos de televisión y radio, donde los afectados contarán su versión de los hechos, unos con más razón que otros, mientras que los perjudicados de verdad, es decir, usted y un servidor, seguiremos sufriendo la desidia instaurada en nuestra España querida, esa misma que ya no se sabe si es progre, fascista o tonta del culo, sin arreglo ni solución desde hace ya demasiado tiempo.

1 comentario en “La «cara B» de la progresía”

  1. Ana Pardo de Vera es una periodista al servicio del régimen.
    Y su hermana es un alto cargo de Adif. Todo va de la mano.
    Cuanta gente tienen tapando y tapando escándalos y corrupciones…

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