«Un paseo en coche por Cartagena. (Año: 1992)» Así reza el título del video que me pasaban hace unos días, vía WhatsApp, como enlace de la famosa red social Facebook. En él se visualiza, durante más o menos minuto y medio, la grabación realizada desde un coche, en el año 1992, de varias de las calles del casco histórico de la ciudad. Por ellas paseaban sus gentes y vehículos del momento, que por aquel entonces circulaban con total “impunidad” sin miedo de ser catalogados como muy contaminantes o poco ecofriendly. En definitiva, una forma de vida distinta, donde las preocupaciones eran otras y en la cual aún no éramos capaces de imaginar el rumbo que tomaría el mundo hasta llegar a nuestros días.
La realidad es que, ver estas imágenes, a mí cuanto menos me produce una profunda nostalgia y me trae recuerdos imborrables de la memoria, siendo yo un crío deambulando por esas mismas calles un día festivo cualquiera en familia. Precisamente unos metros más arriba de donde arranca la secuencia está la conocida Plaza del Lago, donde antaño los domingos desde bien temprano se creaba una especie de mercadillo que en ocasiones franqueaba la ilegalidad por los productos allí expuestos.
Por aquellas fechas un servidor, que contaba con apenas 10 años, aún no era muy consciente de que la felicidad más plena era la que estaba viviendo en esos momentos y que, como a casi todos, el tiempo se encargaría de ponernos en nuestro sitio haciéndonos conocedores, de manera palpable, de lo efímero que es esto de vivir y de lo que entraña en ocasiones. Quizás por ello no podía entender lo especial de esa atmósfera que me rodeaba donde la vida fluía de una manera muy distinta a la actual.
Volviendo al video se puede observar, además del bullicio reinante en la zona (Plaza San Francisco, Calle Jara y Puertas de Murcia), los automóviles de la época, las vestimentas que llevaba la gente (según la moda del momento) o lo degradados que estaban algunos edificios de la zona en cuestión. Hay que decir, en favor del paso del tiempo, que en este aspecto el lugar ha mejorado, ya que en las últimas décadas se ha invertido mucho capital para que el casco antiguo de la ciudad luzca su mejor cara.
Es probable que esta iniciativa sea parte de un plan estratégico para mantener como se merece a una ciudad milenaria como Cartagena. También que el objetivo final de la misma busque, entre otras cosas, que los guiris que se bajan de los mega cruceros atracados en el puerto, se les abra los ojos como platos al observar tanta belleza en una ciudad relativamente pequeña como es la nuestra. Sea como fuere, la realidad es que, a lo largo de estos más de 30 años que han pasado, desde que se graba este documento gráfico hasta nuestros días, la urbe, en términos generales, y en esta zona en particular, ha sido mimada, como merecía, algo de lo que me alegro profundamente.
No tanto de saber que ya no volverán aquellos momentos únicos e irrepetibles donde con mi madre bajaba a la calle del Carmen a comprar ropa o zapatos, me paseaba por la alameda San Antón correteando detrás de las palomas, o me quedaba ensimismado mirando los ficus centenarios de la Plaza San Francisco, preguntándome cómo era posible que tuvieran aquellos enormes troncos y esas raíces a la vista que desaparecían bajo tierra hasta alcanzar, probablemente, la mismísima puerta del diablo. Tampoco transitar por la Calle Santa Florentina buscando la fachada de Discos Carrots para pegar mi cara al escaparate y mirar ojiplático las guitarras allí expuestas, para terminar subiendo por la Calle San Fernando en busca de alguno de los negocios textiles que allí se encontraban.
Todo aquello, o buena parte, ya solo existen en nuestro imaginario, ese que nos avisa de que ya nada será como antes y que lo que un día formó parte de nuestros días se volatilizó ante nuestros ojos dejando paso a cosas nuevas. Algunas apasionantes, otras simplemente muestras inequívocas de nuestra continuada decadencia. Es duro dejar atrás aquello que fue eje vital de tu crecimiento, físico, moral y espiritual, pero lo es más saber que todos y cada uno de nosotros hemos sido juez y parte de su decadencia y posterior desaparición, contribuyendo de manera activa a que ello sucediera.
1992, siempre será recordado por ser un emblemático año de eventos en esta España nuestra, como la EXPO de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona. Sin embargo, ya queda muy lejano en el tiempo, aunque en ocasiones en un video de apenas un minuto y medio podemos volver a revivir parte de lo que allí sucedía. Quizás sea una de las ventajas de esta ansiada modernidad, ¿no?, esa que tanto gusta a la mayoría y que a unos pocos nos ahoga por momentos.
Imagen: Cartagena de Levante
Totalmente de acuerdo señor