Las cajas de autopago llegaron a Decathlon
Ver con nuestros propios ojos la sustitución paulatina del ser humano por una máquina, en casi cualquier ámbito laboral al que nos refiramos, es ya casi un hecho al que deberíamos irnos acostumbrando por la cuenta que nos trae. Las nuevas tecnologías, combinadas con la llamada Inteligencia Artificial, y la falta de esta última en las cabezas pensantes que nos gobiernan, dan como resultado un cóctel explosivo que antes o después nos terminará estallando en la trompa.
Lo he vuelto a corroborar hace apenas un rato cuando, iluso de mí, buscaba una caja y el correspondiente operario tras de ella en una de las famosas tiendan Decathlon que encontramos en cualquier rincón de nuestra variopinta geografía. La idea era comprar un par de cosas de las que allí se venden, pero he salido con las manos vacías y un cabreo de tres pares de cojones por diferentes cuestiones que, en conjunto, ponen de manifiesto una y otra vez como nos vamos al garete sin remisión.
