La privacidad, un derecho en peligro de extinción
La sociedad actual en la que vivimos buena parte de la población, en lo que se denomina «primer mundo», se desmorona como un castillo de naipes. Si esta conclusión la aplicamos a Europa en particular podemos observar como los que manejan el cotarro, los dueños del cortijo, se han propuesto desmontar el sistema por completo y llevarnos, no sabemos a cuento de que, hacia unos estándares de vida en los que claramente saldremos perdiendo en todos los sentidos antes o después.
El ya conocido Foro Económico Internacional, también llamado Foro de Davos, apela de manera constante a este tipo de cambios drásticos, amparados bajo la dantesca Agenda 2030, que en conjunto solo busca una cosa; el pleno control de la masa. De hecho, no se esconden para promulgar sus proclamas, una y otra vez, haciendo ver al plebeyo, es decir, usted y yo, que a nuestras libertades le quedan lo que se dice un suspiro. Ellos argumentan incesantemente que es por nuestro bien, pero ya se sabe que cuando alguien decide reiteradamente por ti, sin tan siquiera preguntarte, lo más probable no es que lo haga en favor de nuestro bienestar. Más bien en el del suyo propio y el de todos aquellos paniaguados que les bailan el agua.
