Carles Puigdemont, el expresidente ilusionista con la complicidad del estado
Han pasado ya cuatro días desde que Carles Puigdemont, expresidente de la Generalidad de Cataluña entre 2016 y 2017, y fugitivo de la justicia española desde hace casi 7 años, regresara a España, se paseara tranquilamente por Barcelona y diera un discurso ante cientos de sus acólitos frente el Arco del Triunfo de la capital catalana. Pareciera el guion de una película cualquiera, pero no lo es, porque ni siquiera precisó de una huida al más puro estilo hollywoodense para regresar nuevamente a su actual lugar de residencia, Waterloo.
Quizás toda esta comedia montada y tramitada desde los más altos estamentos catalanes y por supuesto del Estado, es ya lo de menos. Quiero decir, a nadie le importa ya Puigdemont, su causa y la masa de fascistas (se creen superiores que cualquier español medio) que siguen a esta. Lo verdaderamente importante de toda esta pantomima es el nuevo ataque a los pilares del Estado de derecho de nuestra nación como conjunto, volviendo a dejar de manifiesto que la mal llamada Democracia no es más que papel mojado al servicio de unos pocos.
