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El bolso, la yonqui y la señora del tercero

Las mañanas de sábado pueden pasar de monótonas y aburridas a revolucionadas e indignantes en una fracción de segundo. Más bien en unos minutos, los que transcurren desde que veo correr a una señorita con aspecto poco afable empujando un carrito de bebé y un minuto y medio después aparecer por la esquina de la calle una anciana nonagenaria intentando darle caza. Todo ello después de que la primera le hubiera robado el bolso con 40 euros en el mismo descansillo de su edificio.